sábado, 19 de noviembre de 2011

Quiero volver a vivir en la dulce ignorancia de la magia

          Lo único bueno que le veo a que anochezca tan pronto es la cantidad de tiempo que tienes para quedarte mirando al cielo, aunque no se vean casi las estrellas. Te quedas en un banco, mirando hacia arriba, deseando flotar con ellas. Y sueltas el comentario: "Es mágico, ¿verdad?". Es en ese momento cuando se oye la risa, o se notan las miradas de "¿Estás loca?".
          Pues sí, creo en la magia. No en los trucos de cartas, ni en sacar una moneda de la oreja, sino en lo que es mágico de verdad.
         "Demuéstrame qué cosas son mágicas"- me dijeron una vez.
Pues bien, la magia se encuentra en todas partes, mires donde mires, si sabes buscarla. En una sonrisa cómplice, en una mirada tierna, en que dos personas digan algo a la vez, en una lágrima indiscreta que cae por el rabillo del ojo, en una persona tocando la guitarra en un parque, en un amanecer de principios de otoño, en la sonrisa de alguien a quien quieres, en una canción que te recuerda a alguien especial, en poder ver las estrellas una noche que se presentaba nublada, en una frase de película que te hace gracia, en la letra de esa canción que te describe, en una pareja que se reencuentra en el aeropuerto, en la cara de los niños el día de reyes, en el "brillo" de una persona especial, en el libro que te hace viajar, en el padre que vuelve después de varios meses a casa a ver a sus hijos, en las lágrimas de una despedida, en el bostezo de un cachorro, en la lucha por lo que quieres, en el reto del día a día, en la pasión de las cosas que nos gustan...
Que no me vengan y me vuelvan a decir que la magia no existe.