Érase una viejecita
Érase una viejecita
¡ay, pobrecita!
la pobre no tenía dinero
ni tampoco salero.
La viejecita no tenía comida
ni tampoco carretilla.
Ella vivía en la calle
sin ningún acompañante.
Ella no tenía trabajo
y tampoco ningún ajo.
Si ella tuviera algo
sería más feliz que un galgo.
Un día una buena moza
le regaló una choza
y a partir de ahí
la viejecita fue feliz.
Las cuatro estaciones
En la primavera hay bonitas flores
que desprenden magníficos olores.
En el verano hace calor para que te bañes en bañador
y te vayas a la playa a tomar el sol.
En el otoño se caen las hojas
para que tú las cojas.
En el invierno hace frío
y se congela el río.
En las cuatro estaciones te inventarás poesías
y te lo pasarás bien todos los días.
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